miércoles, 24 de febrero de 2016

DERECHOS NO CARIDAD




Vivimos tiempos extraños en donde triunfa el "cada cual que aguante su vela", donde nadie se pone en el lugar del otro y todos corremos al grito de "tonto el último".
Hoy en día lo que no nos toca de frente no nos importa; por eso leo con estupor como una persona como "El langui" con discapacidad motórica, tiene cada día que jugar a la ruleta para saber si en esa ocasión sí podrá subirse a un autobús.
Asimismo veo con más estupor la "solución" que se aporta cuando un niño con diversidad funcional "molesta" en el aula

Mi sorpresa va en aumento cuando  leo los comentarios de la gente, que con un gran grado de empatía (modo ironía activado) protestan porque se ha puesto delante de un autobús para defender sus derechos, o ven como lo más normal del mundo que se discrimine a un niño por el simple hecho de ser discapacitado. Porque sí señores, se está discriminando  y aunque muchos no se lo crean se están negando derechos, porque eso es lo que pedimos DERECHOS y no caridad.
Las personas con discapacidad sea cual sea ésta, tienen derechos; al igual que el resto de la humanidad. La diferencia radica en que por su condición física o psíquica, cromosómica o la que sea, quizás necesitan de otras vías para alcanzar los derechos que como personas les corresponden y que en muchas ocasiones (demasiadas a veces) les son negados por el simple hecho de por ejemplo, como Manuel, haber nacido con un cromosoma extra.
Lo que yo como madre de una persona con diversidad funcional, (o discapacidad, tampoco esuna palabra que me moleste en demasía) pediría a la sociedad es que deje un poquito de mirarse al ombligo y empiece a mirar al de enfrente, porque en el fondo todos somos discapacitados en mayor o menor medida, en unas áreas u otras; pero sobre todo y lo más importante, todos nacemos iguales en derechos y obligaciones, y eso es algo que por desgracia se nos olvida muy a menudo.
Por eso REPITO que debe quedar muy claro que no pedimos caridad, sino que se reconozcan los derechos que todos tenemos como seres humanos; y entre ellos están el uso de transporte público y acudir a una escuela ordinaria, por ejemplo, y todo ello con los apoyos que sean necesarios y que se enmarcan en la consecución de  esos  DERECHOS.
A mí me aterra pensar qué será de Manuel el día de mañana; pensar que sus derechos pueden ser pisoteados, como hoy día se están pisoteando los de muchos niños, cuyos padres sólo pretenden que lleven una vida digna, con todo lo que eso implica.
Lo único que pido a la sociedad como madre de,antes que nada un niño de siete años, y después un niño con discapacidad que si yo, como diría "El Langui" le pongo a mi hijo el bote de cola cao en la parte de arriba que por favor no le den una patada a la silla que usa para  subirse a cogerlo.