"Perfer et obdura, dolor hic tibi proderit olum" (Ovidio)
Querido
hijo:
Han pasado ya 17 años desde el día en que nuestro mundo
cambió por completo. Aquel día supimos que la mayor lección que la vida nos
guardaba, estaba escondida detrás de un dolor inmenso.
Las lágrimas tapaban todo lo bueno que nos ofrecías y
tardamos aún un tiempo en descubrir la suerte tan inmensa que tuvimos al tenerte.
Nuestra existencia hubiera sido completamente diferente si tú
no estuvieras en ella; y no tengo ninguna duda de que habría sido peor.
Contigo me convertí en madre por segunda vez, pero también en
maestra por primera vez. Gracias a ti, supe que había en mí una vocación que no
conocía, supe que quería estar también al otro lado, porque aunque a veces el
dolor desde ese lado también es grande, no te quepa la menor duda de que tanto
esfuerzo ha valido y valdrá la pena, porque todos/as los alumnos/as nombrados
por su discapacidad merecen tener a alguien que los vea como si fueran sus
propios hijos; y no te quepa la menor duda que con el empeño de inculcar esa
mirada, me levanto cada día.
Hoy que cumples 17 años y sigues buscando tu sitio en el
mundo, quiero agradecerte todo lo que has hecho y haces por mí, porque tienes
que saber que ahora soy mejor persona, y eso es gracias a ti, a lo que eres, a
lo que no eres, a lo que serás y a lo que nunca podrás ser…de todo eso he aprendido
y con todo eso me he convertido en la persona que soy ahora. De corazón
¡Gracias!
¡Feliz cumpleaños, hijo!
Te quise, te quiero y te querré
Mamá.
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