TODO PASA POR ALGO. TODO TIENE UN PORQUÉ

Querido hijo:

Aquel 1 de septiembre de 2008 había tenido una revisión del embarazo, la tranquilidad era absoluta...todo estaba bien, no había ninguna señal de alerta que hiciera presagiar lo que sucedería 10 días más tarde.

Hoy hace 16 años aún vivía, parafraseando a Homer Simpson, en mi mundo de gominola y en el país de la Piruleta. No sabía que mi vida ya no volvería a ser como antes, no sabía lo mucho que iba a aprender y también lo mucho que me iba a tocar sufrir y luchar, así como verte sufrir y luchar a ti también.

Desde que naciste he vivido en una constante montaña rusa de la que no me he bajado, y de la que creo que no me bajaré nunca. Tu nacimiento fue un antes y un después, pero sin duda aquel infame Tercer Curso de Primaria determinó aún más lo que hoy soy y lo que quiero ser para el resto de mi vida.

Aquel año me prometí que no iba a permitir que ningún niño sufriera lo que tú sufriste, decidí que si el Sistema no te quería tal y como eras, no debías cambiar tú, sino el Sistema. Me dije que iba a saltar el muro para pasar al otro lado, para que dentro de mis posibilidades esos padres y madres que puedan verse como yo me vi hace 8 años, tengan una mano amiga dentro del Sistema, al igual que sus hijos e hijas.

El camino ha sido largo. Nadie me ha regalado nada. Han sido muchas noches sin dormir, muchos días de esfuerzo y lágrimas, que en ocasiones me hacían plantearme si valdría la pena tanto esfuerzo. Pero cuando recordaba qué me había llevado a embarcarme en esta locura, todo valía la pena.

El día que naciste tenía mil preguntas y casi todas empezaban con un "¿por qué...?". Hoy tengo la respuesta "las cosas en la vida pasan por algo" y tú llegaste a mi vida para hacerme mejor y para cambiarlo todo, y hoy, casi 16 años después, he llegado, sino a la Meta final, sí a una Meta volante: Mañana comienza mi andadura como Maestra de Audición y Lenguaje. 

Solo espero y deseo que esos niños y niñas que encuentre en mi camino, sientan que siempre voy a estar ahí para ellos, saber mostrar a sus padres y madres que hay una luz en el camino, cuando todo parece oscuro y encontrar compañeros y compañeras que tengan la misma visión de la Educación que yo tengo.

¡Hijo mío! Espero estar a la altura de la misión que, sin yo saberlo en ese momento, tenías preparada para mí cuando naciste. ¡Ojalá! estés orgulloso de la novata de casi 50 años que ha llegado para quedarse.

Te quise, te quiero y te querré.